La celiaquía en el trabajo.
Bien sabemos las personas celíacas que esto supone siempre vivir con un ojo puesto en lo que comemos y otro en lo que nos rodea.
En casa es más o menos sencillo. Sin embargo en el momento en el que salimos del entorno seguro de casa y entramos en el mundo laboral, la cosa se complica.
Comer con compañeros, viajar por trabajo, asistir a celebraciones o simplemente explicar por qué no puedes “quitar el pan y ya” se convierte en una carga más.
Una carga que, con frecuencia, va acompañada de incomprensión, comentarios desafortunados o directamente falta de empatía.
Ser celíaco en el entono laboral
- Comer en la oficina: "tú que traes"
Llega la hora del almuerzo, y tu tupper está separado del resto. O, directamente, no puedes participar porque han pedido comida sin avisarte.
Si hay nevera o microondas compartidos, toca explicar que tu comida no puede entrar en contacto con el gluten… y muchas veces, ni eso se respeta.
Pero generalmente lo peor no es no poder comer como el resto. Lo peor es el juicio y las opiniones ajenas: que si “qué exageración”, “por un poco no pasa nada”, o “yo también tengo digestiones difíciles”.
Así que lo que para el resto es un momento social agradable, para nosotros puede ser una situación incómoda y hasta peligrosa.
- Viajes de empresa: el doble estrés
Seamos sinceros. Si viajar por placer a veces es complicado, viajar por trabajo siendo celíaco es un auténtico desafío.
No solo por encontrar dónde comer sin riesgo, sino por la logística que eso implica: buscar hoteles con opciones sin gluten, avisar con antelación, llevar comida en la maleta “por si acaso”…
A todo esto se suma la incomodidad de tener que justificar constantemente tus decisiones, como no comer en un restaurante propuesto por el equipo o llevar tu propia comida a una reunión.
Añadimos que en ocasiones, los anfitriones quieren agasajarte con comidas típicas del país de las cuales por supuesto, las personas celíacas no podemos probar. Explicar esto, que lo entiendan y empaticen a veces es francamente completo.
- Celebraciones laborales: ¿quién piensa en nosotros?
Otro gran «melón»: los variados y diversos cumpleaños en la oficina, cenas de Navidad, brindis improvisados… la mayoría de las veces, no hay opciones seguras para las personas celíacas.
Y lo peor no es no poder participar: es que ni siquiera se tenga en cuenta.
¿Tanto cuesta pensar en alternativas sin gluten? ¿Tanto cuesta preguntar antes de organizar algo? La exclusión que sentimos no es por la comida, es por la indiferencia.
Lo que no se ve: cansancio, frustración, resignación.
A veces no nos quejamos, pero eso no significa que no nos duela o moleste.
La constante necesidad de explicarnos, de justificar por qué no podemos “hacer una excepción”, agota. Y todo esto mientras seguimos trabajando, cumpliendo plazos y rindiendo como cualquier otro compañero.
Es todo por hoy.
Ojalá a pesar de las dificultades que tenemos, os sintáis comprendidos en vuestros entornos laborales. Porque siempre hay personas maravillosas que se desviven por nosotros.
Helena




