Como sabíamos que era un crucero en el que no iba a hacer calor (y de hecho, lo que pasamos al final, fue bastante frío -ojo, no en el barco sino en las ciudades), la opción de pagar más por un balcón no la veíamos, así que optamos por un camarote exterior con ventana, cama de matrimonio y sofá cama en la planta 2.
Centrado, donde se supone que el mareo, en caso de que el barco se mueva, no se nota apenas.
Sin embargo, en el momento que fuimos a pagar, al contratarlo con mucha antelación (lo hicimos el mes de Octubre para viajar en Julio), y coger el paquete de bebidas premium «Piu Gusto» (luego os hablo de él), nos ofrecieron un up-grade.
Es decir, por el mismo precio, mejorarnos la habitación y subirnos a la planta 11. Una cubierta de tan sólo 20 habitaciones, más grande de lo normal, con dos literas en vez de sofá cama y un ventanal espectacular.
Sin duda alguna, una de las mejores cosas que ha tenido este viaje.
Ha sido uno de los viajes más divertidos con niños que hemos hecho. Y que gracias a este crucero por el Báltico he atesorado como amigos a dos estupendas parejas. Un besazo.