Venecia sin gluten.
Si tuviera que decir una opinión sincera sobre qué me pareció Venecia, la palabra sería:
«me-flipó-pero-había-demasiada-gente».
Vale, sé que no es una palabra, pero esa es la realidad.
La ciudad en sí me encantó. Es mágica, decadente, luminosa y oscura a la vez; llena de rincones alucinantes; plazas preciosas y bancos donde sentarte a ver pasar el tiempo.
Pero a la vez hay tanta, tantísima gente, que desluce todo y en ocasiones tuve la sensación de estar en un parque temático. Una pena.