Tras un tranquilo vuelo de menos de 8 horas desde Madrid, aterrizamos en el JFK sobre las 2 de mediodía (8 de la tarde española).
Teníamos contratado un servio de transporte hasta el hotel, así que tras pasar el pertinente control de inmigración (relativamente rápido) y recoger las maletas, nos montamos en el SUV que nos vino a recoger y en menos de una hora, mis hijos visualizaron por primera vez el slyline de NY.
Creo que no me olvidaré nunca de sus caras. Iban jugando en el coche y haciendo payasadas y de pronto, se callaron, se miraron, sonrieron.
Y creo que fueron conscientes, como me paso a mí la primera vez que visité esta ciudad, que su amor por ella iba a ser incondicional.
Tras dejarnos en el apartahotel y hacer el checking, decidimos salir a dar una vuelta porque para nosotros, hora española, eran las 9 de la noche y había que aguantar despiertos como fuese.