Los Sanfermines, como cualquier otra fiesta popular, se viven en la calle. Y eso que este año el tiempo no acompaño en absoluto, pero al fin y al cabo, con chaqueta o sin ella, todo está en la calle.
Eso implica almorzar-comer-merendar-cenar casi todos los días fuera de casa.
Para cualquier persona que no tenga ningún tipo de problema alimentario (enfermedad, alergia o intoleracia) significa: «entro en un bar, en un txiringuito o en un puesto callejero y me cojo lo primero que me apetezca en el momento en que tenga hambre».
Ummmm, pero las cosas cambian y mucho, cuando se lleva la celiaquía de compañera en la mochila.
Helena haces una descripción muy acertada de nuestra realidad, nos adaptamos pero hay momentos en que es duro , pero nuestra salud lo merece , y vamos buscando recursos , con el tiempo cada vez os será mas fácil, mis hijos ya son mayores y no han desarrollado todavía la intolerancia , pero entiendo que con menores la situación es todavía mas difícil,
Gracias por tus palabras Mogisa.
La verdad es que como digo, en general el día a día no lo llevamos nada mal pero claro, hay momentos puntuales francamente complicados. Y encima con un niño de 6 años pues aún se complican más las cosas.
Un besote grande
Hola Helena. Me siento muy identificada con algunas de als cosas que cuentas. Pero también es verdad que con el tiempo se le da la vuelta…. Nosotros el bermut ya lo tomamos en el Baserri, el bollo de crema lo compramos en Valentina y los churros los dejamos para casa…. Si vamos al encierro y luego a desayunar por ahí le llevo algo que le guste mucho,… Mucho ánimo. Un abrazo