Roma es una ciudad que si se puede, hay que visitar una vez en la vida.
Tiene una mezcla de no sé qué, que hace de ella un lugar irresistible y magnético.
Para venir con niños pequeños tal vez pueda resultar un poco «pesada», porque al final si se va de tours para aprovecharla al máximo, a ellos el día se les puede hacer eterno.
El empedrado de sus calles tampoco es el ideal para venir con carritos de bebes (yo volví con una rotura de fibras del tibial por andar tanto y con los tobillos tan inestables por la calzada).
Pero a pesar de todo, es una ciudad maravillosa y desde luego, para una primera escapada al extranjero siendo celíacos, la recomiendo al 100% porque de verdad, comer sin gluten es una maravilla.